Obsesión: asesinato de una reina de bellezadisponible el 17 de diciembre el HBO máximorevisita la vida y muerte de Agnieszka Kotlarska, una de las jóvenes modelos más exitosas de Polonia de principios de los años 1990. El documental examina cómo su ascenso de ganadora de un concurso local a aspirante a la moda internacional fue eclipsado (y finalmente destruido) por un hombre cuya fijación escaló hasta convertirse en violencia letal.
Lo que surge no es sólo la historia de una carrera prometedora truncada, sino también un retrato de una época en la que el acoso tenía poca protección legal y una mirada detallada a los acontecimientos reales detrás del trágico destino de Kotlarska.
El viaje de Agnieszka Kotlarska dentro y fuera de los escenarios
Agnieszka Kotlarska nació en Wrocław, Polonia, en 1972 y llamó la atención en la modesta escena del modelaje de la ciudad cuando era adolescente. A los 17 años firmó con una agencia local y en unos pocos años se había convertido en una sensación a nivel nacional.
Su avance fue rápido: fue coronada Miss Wrocław en 1990, Miss Polonia en 1991 y, ese mismo año, se convirtió en la primera concursante polaca en ganar el señorita internacional título en Tokio. La victoria lanzó una carrera como modelo internacional. Kotlarska trabajó en Nueva York, Milán y París, colaborando con diseñadores respetados (incluidos Ralph Lauren y Calvin Klein) y apareciendo en ediciones globales de Moda y Cosmopolita.
Durante este período se casó con Jarosław Świątek, un hombre que había conocido durante sus primeras competiciones. La pareja vivió temporalmente en Manhattan antes de regresar a Wrocław en 1993, donde se instalaron en la vida familiar y dieron la bienvenida a una hija.
En 1996, Kotlarska estaba equilibrando la maternidad con una carrera en expansión y planes iniciales para hacer la transición al cine. Fue ampliamente vista como una de las exportaciones culturales más prometedoras de Polonia.
el acosador
Mucho antes de que Kotlarska se convirtiera en una figura pública, un hombre llamado Jerzy Lisiewski se fijó en ella cuando era adolescente. Según los investigadores y las declaraciones a las que se hace referencia en el documental, vio su fotografía por primera vez en un escaparate y se obsesionó con ella de inmediato.
A principios de la década de 1990, su interés pasó de la curiosidad a la fijación. Siguió su ruta a casa desde la escuela, intentó iniciar conversaciones y esperó afuera de la casa de su familia. Kotlarska rechazó repetidamente sus intentos de contacto, pero las negativas sólo intensificaron su persecución.
Cuando se mudó al extranjero por trabajo, Jerzy continuó escribiéndole y en un momento le propuso matrimonio en una carta que tal vez nunca leyó.
Un escape por los pelos: el vuelo 800
En julio de 1996, Agnieszka Kotlarska se preparaba para una sesión fotográfica internacional prevista en París. En ese momento, ella estaba en Polonia e inicialmente había planeado viajar primero a Nueva York para reunirse con el equipo de fotografía antes de continuar hacia Francia. Su marido le aconsejó que volara directamente de Varsovia a París, una decisión que le salvaría la vida.
Poco después, Agnieszka se enteró de que el vuelo que habría tomado de Nueva York a París, el vuelo 800 de TWA, había explotado trágicamente poco después de despegar sobre Long Island, matando a todos los pasajeros a bordo, incluidos los fotógrafos con los que habría trabajado.
El incidente fue ampliamente cubierto por los medios de comunicación, destacando su escape por poco del desastre. Estos informes también llamaron la atención de Lisiewski, quien utilizó listas de teléfonos públicos para localizar su nueva residencia en Wrocław. En ese momento, Polonia contaba con pocos mecanismos legales para abordar el acoso y Kotlarska no tenía ningún recurso formal contra su creciente comportamiento.

El día del asesinato
El 27 de agosto de 1996, aproximadamente a las 2:30 pm, Lisiewski llegó a la casa donde vivía Kotlarska con su esposo y su hija de dos años y medio. La familia se disponía a salir en coche cuando él se acercó, insistiendo en que necesitaba hablar con ella.
Świątek, al sentir el peligro, decidió llamar a la policía. La situación se agravó rápidamente. Lisiewski sacó un cuchillo y apuñaló a Świątek en la pierna. Kotlarska, intentando proteger a su marido, dio un paso hacia el atacante. Lisiewski le apuntó con el cuchillo y le provocó varias heridas mortales.
Luego se alejó del lugar, supuestamente informó a un transeúnte que acababa de cometer un asesinato y esperó tranquilamente a que llegaran las autoridades. Posteriormente, Lisiewski fue declarado culpable y sentenciado a 15 años de prisión. Después de su liberación en 2012, fue arrestado nuevamente en 2014 por otro delito violento. Actualmente se encuentra fuera de prisión.
Después del juicio, el marido y la hija de Kotlarska se mudaron al extranjero, alejándose silenciosamente de la vista del público. Desde entonces, han vivido en gran medida fuera del foco de atención, manteniendo sus vidas en privado.
La muerte de Kotlarska provocó una renovada discusión pública en Polonia sobre el acoso, la violencia de género y la falta de legislación protectora en ese momento; conversaciones que el documental reabre casi tres décadas después.
Las leyes de acecho y el impacto duradero de Kotlarska
En Polonia, el acoso está reconocido en el artículo 190a del Código Penal. La ley lo define como acoso persistente que hace que la víctima se sienta amenazada, humillada o angustiada, o que viola significativamente su privacidad. Las condenas pueden acarrear hasta ocho años de prisión, y si el acoso lleva al suicidio de la víctima, la pena puede alcanzar los quince años. El término se incorporó oficialmente a la legislación polaca en junio de 2011.
En respuesta a los riesgos que enfrentan las víctimas, en 2022 se fundó la Fundación Agnieszka Kotlarska, también conocida como «AGA». Una de sus iniciativas emblemáticas es el «Oasis de Paz», un espacio seguro que brinda a los sobrevivientes asesoramiento, apoyo psicológico y entrenamiento en defensa personal. A través de estos programas, la fundación busca honrar el legado de Kotlarska mientras aborda el problema actual del acoso y empodera a los afectados.




