Es común escuchar que las universidades de investigación de ELITO EE. UU. Son fabulosamente ricas. Sus dotaciones multimillonarias se consideran recursos vastos y sin explotar. En realidad, la riqueza de las universidades más afluentes está eclipsada por el valor que generan sus graduados para la sociedad.
El futuro de las universidades
En 2023, el valor de la dotación de las diez universidades estadounidenses más ricas más ricas fue de alrededor de US $ 271 mil millones (ver Go.nature.com/41wdedo). Sin embargo, esto es más pequeño que la fortuna estimada de $ 455 mil millones de un solo individuo: el empresario Elon Musk. Las cinco personas más ricas del mundo, Musk, Larry Ellison, Mark Zuckerberg, Jeff Bezos y Larry Page, tienen un combinado de $ 1.55 billones en patrimonio neto.
¿Han creado más valor a estos cinco empresarios, por innovador, por innovador, realmente más valor que estas diez instituciones líderes mundiales? La evidencia sugiere lo contrario.
Un informe de 2015 (ver Go.nature.com/3vij3b1) En el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) en Cambridge calculó que las compañías activas fundadas por los ex alumnos de la Universidad constituían una economía equivalente a la décima parte más grande del mundo ($ 1.9 billones, a partir de 2014). Un estudio de 2012 sobre la Universidad de Stanford, California, encontró lo mismo (Go.nature.com/41vibih).
Las universidades son, y deben seguir siendo, una fuerza para el bien
Sin embargo, nada de este valor aparece en los balances de una universidad. A diferencia de las empresas de tecnología como Tesla o Amazon, las universidades no pueden reclamar los billones de dólares generados por sus miembros de la facultad, graduados y los ecosistemas tecnológicos que sembran.
El propósito de una universidad de investigación es crear y difundir el conocimiento como un bien público, capacitar al capital humano a escala y realizar una investigación fundamental sin la propiedad del valor social resultante. Este ha sido un modelo notablemente exitoso. Pero su éxito se basa en un compacto social de larga data.
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A cambio de producir este bien público, Estados Unidos ha apoyado a sus universidades a través de fondos federales de investigación, exenciones fiscales e incentivos fiscales para la filantropía privada. Este compacto ha impulsado el liderazgo científico y tecnológico durante generaciones.
Sin embargo, este compacto social está siendo desafiado. La administración del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha detenido fondos para universidades de élite incluyendo Harvard, en Cambridgey Columbia, en la ciudad de Nueva York. Tiene subvenciones suspendidas que ya había sido aprobado.
El Congreso estadounidense controlado por los republicanos ha recortes presupuestarios masivos propuestos a los Institutos Nacionales de Salud y la Fundación Nacional de Ciencias y un impuesto de hasta el 21% sobre ingresos de las dotaciones universitarias. Si se promulgan, estas medidas obstaculizarán severamente la capacidad de las universidades de investigación para generar conocimiento a escala.







