News Americas, Nueva York, NY, Weds. 12 de febrero de 2025: Si crees que la estupidez es una falta de inteligencia, piense de nuevo. Es un desprecio intencional por la sabiduría, lo que lleva a decisiones dañinas a pesar del mejor conocimiento. El psicólogo Carlo M. Cipolla identificó la estupidez como acciones que dañan tanto al individuo como a los que los rodean. Se requieren muchas formas, incluida la arrogancia (creer que uno lo sabe todo), pereza (no actuar cuando es necesario), ignorancia (rechazar el conocimiento y la experiencia) y la autodestrucción (participar en un comportamiento que socava el propio éxito). Reconocer estos patrones es crucial porque la estupidez, especialmente en el liderazgo, tiene graves consecuencias para las sociedades.
Algunos líderes elevan, mientras que otros desentrañan el progreso con elecciones imprudentes. En todo el Caribe y más allá, las naciones sufren bajo líderes que gobiernan con arrogancia, pereza, ignorancia y autodestrucción, lo que promueve la pobreza, la oportunidad en el desastre.

Los líderes arrogantes creen que solo tienen todas las respuestas, desestimando el asesoramiento de expertos y aplastar la disidencia. En el Caribe, algunos gobiernos han ignorado las advertencias económicas, llevando a sus países a una deuda insostenible mientras silencian a los críticos que ofrecen soluciones. El colapso financiero de Jamaica en la década de 1990, causado por políticas fiscales imprudentes y gastos gubernamentales sin control, es un marcado ejemplo. Aquellos en el poder se negaron a ajustar el curso, lo que provocó que miles pierdan sus ahorros, las empresas se desmoronen y las comunidades enteras sufran dificultades duraderas.
La pereza en el liderazgo es igualmente destructiva. Algunos políticos ganan elecciones, disfrutan del centro de atención y no hacen nada de sustancia. En lugar de fortalecer las instituciones públicas, reciclan una retórica vacía mientras decaen las carreteras, las escuelas disminuyen y los hospitales carecen de suministros esenciales. En Haití, años de inercia política han dejado al país vulnerable a la violencia de las pandillas, la ruina económica y las crisis humanitarias, todo porque los líderes no han podido gobernar con urgencia y competencia.
La ignorancia, especialmente la ignorancia intencional, alimenta la mala toma de decisiones. Los líderes que rechazan el conocimiento y la experiencia a menudo llevan a sus naciones a las crisis que podrían haber evitado. El mal manejo de los desastres naturales en todo el Caribe es un ejemplo evidente. Algunos líderes han ignorado a los científicos climáticos y no se prepararon para los huracanes, dejando a sus países devastados y dependiendo de la ayuda extranjera. En Dominica, la destrucción del huracán María en 2017 expuso años de planificación de infraestructura ignorada, convirtiendo lo que podría haber sido un desastre recuperable en dificultades económicas a largo plazo.
Los líderes autodestructivos implosionan bajo el peso de sus propias malas elecciones. Algunos se dedican a la corrupción, el escándalo o las luchas internas políticas, destruyendo su credibilidad y dejando a sus naciones en agitación. El boom petrolero de Guyana, por ejemplo, debería haber transformado el país, pero las luchas internas políticas y la mala gestión han mantenido a gran parte de la población en la pobreza mientras los recursos se desperdician. Los líderes que no se disciplinan al sabotaje no solo sus propios legados sino también el futuro de millones que dependen de ellos.
El liderazgo fuerte requiere humildad, disciplina y un compromiso con el aprendizaje. El antídoto para la gobernanza tonta es la responsabilidad, la toma de decisiones éticas y el coraje de escuchar a quienes desafían las malas políticas. El Caribe debe ir más allá del liderazgo que debilita a las naciones y abrazar a quienes las construyen.




