Toscana, Italia
«Habrá lobos», fue todo el incentivo necesario para despertar el entusiasmo en mis niños con cable de perma, de 10 y 13 años, durante unas pocas noches en Oasyhotel, una nueva colección de dieciséis cabañas de madera inspiradas en escandinavas positadas a 3,600 pies en una montaña en las Apeninas de Tuscan. Mientras nos sentamos alrededor de una fogata en nuestra primera noche, hipnotizado por el cielo cristalino, los lobos se sintieron tentadoramente cerca, incluso si ver a estos esquivos animales a la luz del día es raro. Los lobos vistieron: cero, pero la inmersión de la naturaleza profunda tenía un tirón magnético independientemente. Todo el sitio es un fondo mundial para la Reserva Natural, con principios regenerativos en su núcleo, por lo que la vida silvestre, incluyendo ciervos, jabalíes y zorros, deambulan libremente. Pero la verdadera magia era la emoción de zumbar y bajar los senderos de montaña a la velocidad: nos equiparon con bicicletas eléctricas a la llegada.
Esta antigua finca de caza se desarrolla en más de 2,470 acres de prados de flores silvestres, y bosques de haya y pinos. Visitamos en el otoño más profundo, pero en el verano un lago ofrece natación, paddleboard y kayak. Para los padres agradecidos, hay yoga y un spa en el lugar que ofrece masajes transportados. Y para los niños, el personal joven y completamente encantador trajo una energía relajada y divertida, incluso durante las elegantes cenas en Le Felci, uno de los dos restaurantes. El espíritu ecológico se extiende a la comida: el 70% de los productos utilizados en el hotel proviene de la montaña, por lo que el desayuno incluía los yogures orgánicos, los quesos, las mermeladas y los jugos de la finca, las cenas eran en su mayoría ricos, abundantes y carnosos platos toscanos de cerdo, conejo y carne de res. Los invitados más jóvenes y más exigentes entre nosotros estaban con fantásticas hamburguesas, chuletas de Cotoletta y papas fritas repetidas. Menos popular entre mis hijos fue una mañana que pasó el queso caciotta en la lechería (mi idea del cielo), pero alimentar el ganado limusivo de la granja al lado los distrajo. Es difícil imaginar que las vacas tengan este efecto de transfijo en casa, pero en la montaña, la naturaleza tejió su magia. –Clare Coulson




