
Hay tres especies de murciélagos que se alimentan de pájaros. Lo sabemos porque hemos encontrado plumas y otros restos de aves en sus heces. Lo que no sabíamos era cómo cazan exactamente las aves, que son bastante más pesadas, más rápidas y más fuertes que los insectos que suelen comer los murciélagos.
Para averiguarlo, Elena Tena, bióloga de la Estación Biológica de Doñana en Sevilla, España, y sus colegas conectaron sensores ultraligeros a Nyctalus Iasiopteruslos murciélagos más grandes de Europa. Lo que encontraron fue asombrosamente brutal.
Interceptores discretos
Nyctalus Iasiopterustambién conocidos como murciélagos nóctulos mayores, tienen una envergadura de unos 45 centímetros. Tienen un pelaje de color marrón rojizo o castaño con la parte inferior ligeramente más pálida y suelen pesar entre 40 y 60 gramos. A pesar de ese peso mínimo, son las más grandes de las tres especies de murciélagos que se sabe que comen aves, por lo que el desafío clave para vislumbrar la forma en que cazan fue encontrar sensores lo suficientemente livianos como para no impedir el vuelo de los murciélagos.
Las cámaras, que son el sensor habitual, estaban fuera de discusión. «Los murciélagos cazan de noche, por lo que se necesitarían cámaras de visión nocturna, que junto con las baterías son demasiado pesadas para que las lleve un murciélago. Nuestros sensores tenían que pesar menos del 10 por ciento del peso del murciélago: de cuatro a seis gramos», explicó Tena.
Tena y su equipo exploraron varios enfoques alternativos a lo largo de la última década, incluida la observación de los murciélagos desde el suelo o el uso de radares de grado militar. Pero incluso entonces, atrapar a los murciélagos cazadores con las manos en la masa seguía siendo imposible.
En los últimos años, la tecnología y la miniaturización finalmente satisficieron las necesidades de Tena, y el equipo encontró los sensores adecuados para el trabajo y los conectó a 14 murciélagos nóctulos mayores en el transcurso de dos años. Las etiquetas utilizadas en el estudio pesaban alrededor de cuatro gramos, podían funcionar durante varias horas y registraban sonido, altitud y aceleración. Esto les dio a Tena y sus colegas una imagen detallada del comportamiento de los murciélagos en el cielo nocturno. Las grabaciones incluyeron tanto sonidos ambientales como las ráfagas de ultrafrecuencia que utilizan los murciélagos para la ecolocalización. La combinación de la altitud con las lecturas del acelerómetro permitió a los científicos rastrear los movimientos de los murciélagos a través de todos sus rápidos giros, inmersiones y maniobras.




