Comentario de Arthur Piccolo
News Americas, NUEVA YORK, NY, viernes. 23 de agosto de 2024: En un panorama político saturado de discursos que a menudo se mezclan con el ruido de fondo del ciclo de noticias de 24 horas, el discurso de aceptación de Kamala Harris se destacó no solo por su contenido, sino por la forma en que superó a Donald Trump.

Aunque los medios de comunicación se apresuraron a analizar cada palabra, lo verdaderamente notable –y en gran medida pasado por alto– es cómo el discurso de Harris fue una jugada maestra estratégica que, de manera sutil pero decisiva, le arrebató el discurso a Trump. En ese momento, Donald Trump perdió y el futuro de Estados Unidos ganó una nueva y poderosa voz.
En primer lugar, Harris salió vestida como presidenta de los Estados Unidos. Y gracias a Dios mencionó claramente, aunque brevemente, a su padre jamaiquino, Donald Harris, aunque no por su nombre ni por su nacionalidad.
El discurso de Harris podría parecer un discurso demócrata tradicional y bien ejecutado. Habló de la unidad, la justicia y la preservación de la democracia, temas centrales que resuenan profundamente en los Estados Unidos divididos de hoy. Pero lo que hizo que su discurso fuera especial no fue sólo lo que dijo, sino cómo lo dijo y lo que no dijo.
Harris no siguió el juego de Trump. No se rebajó al nivel de ira y miedo que alimenta su retórica. Se elevó por encima de ellos y ofreció una visión de esperanza basada en la dignidad, la resiliencia y la fortaleza.
En una época en la que el discurso político suele acabar en el fango, el discurso de Harris fue un soplo de aire fresco. Se negó a darle a Trump la satisfacción de enfrentarse a sus tácticas divisivas. En cambio, pintó un retrato de un Estados Unidos mejor que eso: un país que está dispuesto a avanzar, a sanar y a construir un futuro inclusivo y justo. Al hacerlo, no solo inspiró a su base, sino que también se acercó a aquellos que están cansados del caos y buscan un líder que pueda superarlo.
Lo que Harris logró en su discurso fue nada menos que notable. Tomó el camino correcto y, al hacerlo, dejó a Trump en el camino incorrecto, aislado y cada vez más irrelevante. Si bien Trump prospera con la atención, ya sea positiva o negativa, Harris lo privó de ella. Desvió la atención del drama y el espectáculo que Trump crea tan a menudo y la dirigió hacia una visión de lo que Estados Unidos puede ser. En ese momento, el control de Trump sobre la narrativa nacional se debilitó.
El discurso de Harris también fue una lección magistral de estrategia política. No sobrecargó su mensaje con minucias políticas que podrían haber servido de sustento para las distorsiones de Trump. En cambio, se presentó como una líder con una clara brújula moral y un profundo compromiso con el pueblo estadounidense. Habló al corazón de lo que hace grande a este país: su diversidad, su resiliencia y su capacidad de renovación. Y al hacerlo, dejó en claro que la elección no se trata solo de derrotar a Trump; se trata de algo mucho más grande que define el futuro de Estados Unidos.
Pero quizás el aspecto más sorprendente y poderoso del discurso de Harris fue la forma en que la posicionó como la líder del mañana. No necesitó explicar todos los detalles de sus políticas porque el mensaje fue claro: está lista para liderar una nueva era. No fue solo un discurso; fue una señal de que el futuro está en buenas manos. La actitud tranquila y segura de Harris contrastó marcadamente con el caos que encarna Trump, ofreciendo a los votantes una clara elección entre avanzar o quedarse estancados en el pasado.
Al final, el discurso de Harris no fue sólo una victoria para su campaña, sino una derrota para la de Trump. Al negarse a comprometerse en sus términos, al presentar una visión de esperanza y progreso y al encarnar las cualidades de un verdadero líder, Harris superó a Trump en su propio juego.
No sólo ganó la noche, sino que ganó el futuro. Y, a medida que se calma el polvo, queda claro que en este momento crucial, Trump perdió algo mucho más valioso que un simple ciclo de noticias: perdió su control sobre la imaginación estadounidense. ¡Y perderá estas elecciones!
¡Qué día inaugural será el 20 de enero de 2025!




