
Estados Unidos está a nueve días de unas portentosas elecciones presidenciales que, cualquiera que sea su resultado, prometen dejar a alrededor de la mitad del país creyendo que la catástrofe se ha evitado por poco y al resto creyendo que todo está perdido. Esperanzas desesperadas y temores apocalípticos inundan al electorado. Importantes sectores de la derecha y la izquierda -especialmente entre la clase intelectual- creen que el otro lado es deshonesto, malvado y empeñado en derrocar la democracia en Estados Unidos. Esta tendencia a odiar a quienes pertenecen al campo político rival presenta una amenaza abrumadora para la nación.




