DNo se deje engañar por el título. Esto es una adquisición. Jack y las habichuelas mágicas no solo han pasado de un cuento de hadas a un panto y a un musical, sino que Jack ha sido relegado a una segunda categoría. Para ser exactos, este “nuevo moooosical” de Jonathan O'Neill e Isaac Savage debería llamarse Caroline and the Beanstalk, siendo Caroline el nombre de la vaca de las tierras altas que es adoptada por la familia de Jack y se convierte en la única proveedora de leche para su marca de helado Glen and Sherry.
Interpretada por una excelente Suzie McAdam, toda pelirroja y estoicista, la tratan como a una igual hasta que el negocio fracasa. Luego, solo se necesitan unos pocos frijoles mágicos para terminar en el zoológico Happy Smiles Petting, siendo empujada por niños invisibles mientras intenta idear un plan de escape con una gallina, una llama y un cerdo. Después de algunas travesuras sub-Wallace y Gromit, ella está de regreso en casa y lista para solucionar al voluble Jack (Ronan O'Hara) y su problemático frijol.
En la producción de Stephen Whitson, un elenco de 10 personas (más la voz gigante de Brian Cox), pero el cambio de énfasis se produce a expensas de la atracción arquetípica de la fábula.
Atrás quedó cualquier sensación de asombro por una tierra mágica, del terror de ser un niño en un mundo adulto y de la lucha de David y Goliat entre el bien y el mal. En su lugar, una travesura vagamente dramatizada sobre una vaca resuelta, empañada por el cinismo no sólo de la madre de Jack, Sherry (Laura Lovemore), como era de esperar, sino también del propio Jack, que se siente completamente mal.
La historia se aleja de su propio corazón y se basa en un diálogo expositivo para explicar las lecciones aprendidas: contar, no mostrar. No ayuda que muchas de las canciones sólo retrasen la acción.
Y, sin embargo, esas canciones, una colección con influencia estadounidense que va desde Broadway hasta el vodevil y el rap, crean la ilusión en el mundo del espectáculo de que algo más grande está en juego: la poderosa balada de McAdam, Udderly Alone, es un ejemplo de ello, con cambios clave y todo. Con una coreografía nítida de Lisa Darnell y algunas armonías magníficas bajo la dirección musical de Savage, es superficialmente animado pero emocionalmente en las nubes.




