
A Pedro Sánchez le gustan los giros de guion. Desde su dimisión como secretario general del PSOE en 2016 al adelanto electoral de 2023no han sido pocas las ocasiones en que ha sorprendido a propios y extraños con alguna vuelta de tuerca cuando todos lo daban por muerto. Unos lo llaman pragmatismo y otros, oportunismo. Pero lo cierto es que hasta ahora, cada vez que el agua le llegaba al cuello, lejos de hundirse ha flotado como el corcho en las procelosas aguas de la política.
Después de protagonizar la primera investidura fallida de la democracia, Pronto hará diez años desde que dejó el liderazgo del PSOE —impulsado por una operación orgánica sin precedentes— para no tener que facilitar un Gobierno de Mariano Rajoy. “He anunciado al Comité Federal la dimisión de mi persona como secretario general”, anunciado un 1 de octubre de 2016 para, después de aquella dimisión, lanzarse a una carrera por todas las federaciones socialistas en busca de apoyos para reconquistar el liderato socialista en unas primarias en las que arrasó con un 50% de los votos y sepultó para siempre a su archienemiga, la andaluza Susana Díaz.




