
La interrupción de AWS es parte de un patrón más amplio de inestabilidad común a los sistemas centralizados. Hoy en día, Amazon controla alrededor del 30% del mercado, seguida de Microsoft con el 20% y Google con el 13%. El dominio de estos tres proveedores crea un ecosistema digital frágil. Cuando un hiperescalador tropieza, ya sea debido a un problema técnico, una mala configuración o una falla inesperada del hardware, el impacto es significativo. Azure y Google Cloud han experimentado sus propios fallos recientemente, lo que demuestra que ningún sistema es infalible, independientemente de su reputación o tamaño. Sin embargo, las empresas dependen de ellos para casi todo, lo que hace que la mitigación de riesgos sea una prioridad mucho menor.
Otra desventaja crítica de quedarse con un único proveedor de nube es la dependencia del proveedor. Muchas organizaciones se han visto atrapadas, incapaces de salir debido a arquitecturas complejas, costos prohibitivos de movimiento de datos y dependencias sustanciales del conocimiento. Combine esto con los riesgos geopolíticos y regulatorios (particularmente el dominio de los proveedores con sede en EE. UU.) y encontrará que el sistema actual se inclina fuertemente a favor de los proveedores sobre sus clientes. Esto no es sólo un inconveniente; es insostenible para las organizaciones que valoran la resiliencia operativa y el cumplimiento de las leyes internacionales de soberanía de datos.
Cómo diversificar
La interrupción de AWS ha reavivado un argumento de larga data a favor de la diversificación organizacional en el sector de la nube. La diversificación mejora la resiliencia. Descentraliza la exposición de una empresa a los riesgos, asegurando que la interrupción de un solo proveedor no paralice completamente las operaciones. Sin embargo, dar este paso requerirá iniciativa (y coraje) por parte de los líderes de TI que se han sentido cómodos con la confiabilidad y escala que ofrecen los proveedores dominantes.




