Toledo ha vuelto a demostrar este 31 de diciembre que sabe despedir el año sin prisas, al calor de las tradiciones y con la ciudad como punto de encuentro. Migas, charangas, terrazas llenas y reencuentros marcaron una jornada que comenzó entre niebla y bajas temperaturas, … pero que a partir de las dos de la tarde se transformó en un día luminoso, con un sol espléndido que ha acompañado la celebración en todos los barrios.
Las calles de la ciudad se han llenado del inconfundible aroma a migas, una costumbre que comenzó tímidamente hace casi 40 años en el barrio de Santa Teresa y que hoy está plenamente consolidada como una de las tradiciones más emblemáticas del calendario toledano. Lo que nació como una iniciativa modesta se ha extendido con el paso del tiempo a todos los rincones de la ciudad, convirtiendo el último día del año en una gran fiesta colectiva.
Desde el Polígono, donde no faltó la presencia del alcalde, Carlos Velázquez, hasta La Legua o Valparaíso, los barrios celebran este final de año en la calle, compartiendo mesas improvisadas, risas y brindis. En Valparaíso, el Makai se llenó hasta la bandera, con numerosos vecinos y, sobre todo, familias con niños pequeños que disfrutaron de un ambiente cercano y festivo.
El Casco Histórico volvió a registrar imágenes similares a las del pasado 24 de diciembre, muy alejadas ya de las grandes aglomeraciones de años anteriores, precisamente porque la tradición se reparte hoy por toda la ciudad. Aún así, el Corral de Don Diego y la Plaza Mayor, junto a la fachada del Teatro de Rojas, se convirtió un año más en uno de los epicentros festivos del Casco. Allí se congregaron varios centenares de toledanos y visitantes para despedir el año degustando migas, tomando un refresco o una cerveza y bailando al ritmo de la charanga 'El Resacón', que ha puesto música y buen humor a la jornada.
Locales como El Trébol, en la calle Ventura del Álamo, y en los últimos años el Hotel Sillería con su restaurante Manjares, se han consolidado como citas ineludibles de las migas en el Casco Histórico, reforzando una tradición que combina gastronomía, música y convivencia.
Santa Teresa, hasta la bandera
El barrio de Santa Teresa sigue siendo, no obstante, el gran referente de las migas, especialmente para los más jóvenes. Allí se reúnen adolescentes que salen por primera vez, universitarios que regresan a Toledo por Navidad y grupos de amigos que aprovechan estas fechas para reencontrarse. El lleno era absoluto. Si el pasado 24 fue el día de mayor concentración, este 31 no se quedó atrás.
Desde primera hora de la mañana, el ambiente fue ganando color y animación, hasta que la salida del sol regaló imágenes inolvidables: cientos de jóvenes despidiendo el año entre risas, migas y amigos, con Toledo como escenario y la tradición como hilo conductor de una celebración que, año tras año, sigue creciendo sin perder su esencia.




