Por el Dr. Isaac Newton
News Americas, NUEVA YORK, NY, viernes 1 de noviembre de 2024: Mientras Antigua y Barbuda celebra su 43º Día de la Independencia, nos sentimos agradecidos por las décadas de soberanía que nos han dado la libertad de forjar nuestro propio camino. Recordamos el 1 de noviembre de 1981 como el día en que nos separamos del dominio británico y reclamamos el derecho a determinar el destino de nuestra nación de islas gemelas. Sin embargo, mientras celebramos este hito, vale la pena detenerse a reflexionar sobre el viaje en sí. Este aniversario nos llama a examinar dónde estamos, dónde esperábamos estar y hacia dónde debemos llegar todavía.

Nuestra historia se basa en la resiliencia, la compasión, la comunidad, la libertad y la justicia, valores que alguna vez formaron la base de nuestro movimiento independentista. Pero debemos preguntarnos: ¿se han fortalecido estas cualidades o han disminuido bajo el peso del egoísmo, las actitudes divisivas, la codicia y la corrupción? La resiliencia es más que la capacidad de recuperarse de tormentas y dificultades; también se trata de preservar un espíritu de unidad. La compasión es más que gestos de ayuda; se trata de crear sistemas que se ocupen de los vulnerables. La justicia y la igualdad son más que ideales; son estándares por los cuales debemos responsabilizarnos. Hoy en día, la erosión de estos valores es evidente en las divisiones sociales, las comunidades tensas y el atractivo siempre presente del beneficio personal por encima del bienestar nacional.
Pero aún no es demasiado tarde para revivir lo que es precioso. Debemos volver a comprometernos con el espíritu de nuestros antepasados, quienes imaginaron una nación rica no sólo en recursos sino también en su capacidad para mejorar a cada ciudadano.
La independencia significa más que simplemente marcar años de separación del dominio colonial; debe reflejar nuestros avances hacia la verdadera autonomía y autosuficiencia. ¿Estamos mejor ahora con un plan estratégico que impulse nuestras ambiciones de atención médica de calidad, educación inclusiva, servicios sociales sólidos y políticas económicas que fomenten la riqueza generacional? ¿O simplemente hemos celebrado el paso de los años sin priorizar el desarrollo sostenible? El progreso no se puede definir por la fecha en un calendario; debe medirse por la fuerza y la estabilidad que creamos para las generaciones futuras. Todo joven de Antigua y Barbuda merece la oportunidad de soñar con valentía, seguir carreras significativas y contribuir a una economía próspera. La independencia debería significar sentar las bases de estos sueños, no sólo para algunos sino para todos.
El liderazgo también es una piedra angular de esta visión. A lo largo de los años, hemos producido políticos, figuras religiosas, líderes empresariales y defensores comunitarios. Pero, ¿hemos desarrollado líderes que prioricen el bienestar colectivo de la nación, que sean responsables, innovadores y con visión de futuro? La independencia requiere que nuestros líderes encarnen estas cualidades, promoviendo políticas y acciones que eleven en lugar de agobiar. El verdadero liderazgo es desinteresado, visionario y valiente; no rehuye desafiar el status quo por el bien común.
Al reunirnos para celebrar este aniversario, considerémoslo no sólo como un evento sino como un llamado a la acción. Nuestra independencia debe ser un movimiento poderoso que nos impulse a convertirnos en una sociedad donde todos puedan prosperar, donde nuestros valores y sueños compartidos sienten las bases para una prosperidad duradera. Esforcémonos cada uno, como individuos y como nación, por hacer que nuestra independencia signifique algo más profundo: un compromiso para fomentar el florecimiento humano genuino en cada rincón de nuestras queridas islas gemelas.




