
Tanto la campaña de Trump como la de Harris operan cuentas de TikTok, atraídas por el inmenso alcance e influencia de la plataforma entre los votantes más jóvenes. Con más de 170 millones de usuarios estadounidenses, sus capacidades de alcance político son innegables. Sin embargo, esta decisión estratégica legitima un arma digital del Partido Comunista Chino en su guerra contra el futuro de Estados Unidos. Debajo del barniz de bailes virales y desafíos de tendencias de TikTok, se esconde un sofisticado aparato para la recolección de datos, la manipulación psicológica y la posible interferencia electoral, una realidad que exige una acción inmediata y decisiva.




