Diciembre Suele ser sinónimo de celebraciones, reuniones familiares y encuentros que fortalecen los vínculos afectivos.
Sin embargo, también es el mes en el que el país enfrenta un repunte alarmante de siniestros de tránsito. El aumento del consumo de alcohol por las festividades de Navidad y fin de año.sumado al irrespeto a las normas de tránsitoconvierte estas semanas en un período crítico que exige una respuesta firme y coordinada de las autoridades nacionales y locales.
Las autoridades locales y nacionales deben tomar conciencia sobre la gravedad de los siniestros de tránsito, por lo que es urgente que se unan para hacer prevención a largo plazo.
Las cifras ya muestran la magnitud del problema. Entre enero y septiembre de 2025, el país registró 1.727 fallecidos y 13.168 lesionados.según Estadísticas del Transporte del INEC, un incremento frente al mismo periodo de 2024.
A esto se suman los Múltiples siniestros mortales reportados en noviembrecomo el trágico volcamiento en Simiatug, Bolívar, que dejó 22 víctimas, o el siniestro casi simultáneo en Los Ríos con nueve fallecidos. El cierre del año apunta a un aumento que debe preocupar a todos.
Quito es uno de los cantones donde esta tendencia se evidencia con mayor claridad. Data Vial reporta 3 444 siniestros entre enero y noviembre, frente a los 3 375 del año anterior. Las muertes también crecieron: 249 entre enero y octubre, frente a 213 en 2024. Estos datos reflejan una problemática instalada que trasciende lo coyuntural y que exige decisiones urgentes.
La eliminación de radares ha contribuido a un relajamiento en el respeto a los límites de velocidad. Sin efectivo, muchos conductores circulan por encima de lo permitido tanto en avenidas urbanas como en carreteras. Esta situación, combinada con el aumento del consumo de alcohol en diciembre, configura un riesgo evidente para la vida.
Por ello, es imperativo que los municipios y el Ejecutivo implementen campañas de concienciación y prevención durante este mes y más allá. No se trata únicamente de difundir mensajes, sino de acompañarlos con controles visibles, operativos sostenidos y estrategias que desincentiven la conducción bajo los efectos del alcohol y el exceso de velocidad.
Reducir los siniestros no es una tarea menor ni opcional. Cada vida perdida representa una familia destruida y un vacío irreparable. Para lograrlo, las autoridades están llamadas a actuar con decisión y responsabilidad.




