Por el Dr. Isaac Newton
News Americas, NUEVA YORK, NY, martes. 19 de noviembre de 2024: En el Caribe, gobernar las pequeñas naciones insulares es un complejo acto de equilibrio. Desafíos como los recursos limitados, el cambio climático, la volatilidad económica y la dependencia de los mercados globales ponen a prueba a los líderes de maneras únicas. En este contexto exigente, la brecha entre las promesas políticas y los resultados obtenidos tiene consecuencias críticas. O fortalece la confianza pública o erosiona la confianza en la gobernanza. Reducir esta brecha no es sólo una prioridad estratégica: es una necesidad moral para los líderes comprometidos con el progreso sostenible.
La diferencia entre gobernar para ganar y ganar para gobernar define esta lucha. Los líderes que gobiernan para ganar se centran en la transformación nacional a largo plazo, incluso a costa de riesgos políticos a corto plazo. Sus acciones se definen por el servicio, donde las victorias electorales se convierten en herramientas para cumplir promesas. Por otro lado, los líderes que ganan para gobernar a menudo priorizan la supervivencia política sobre el cambio significativo, lo que resulta en promesas incumplidas, proyectos estancados y un cinismo público creciente.

Un ejemplo claro de cómo gobernar para ganar es la inversión continua de Jamaica en transformación digital. Al priorizar la expansión del acceso de banda ancha a las comunidades rurales y establecer incubadoras de tecnología, Jamaica está empoderando a sus ciudadanos con herramientas para la innovación y el empleo. Esto se alinea con la promesa del gobierno de impulsar la inclusión digital y la diversificación económica. Los resultados (un ecosistema tecnológico floreciente y una mayor competitividad global) demuestran cómo las acciones tangibles reconstruyen la confianza e inspiran optimismo nacional.
De manera similar, St. Kitts y Nevis ha demostrado integridad de liderazgo a través de su compromiso de renovar el programa Ciudadanía por Inversión (CBI). Al adoptar medidas de gobernanza más estrictas y priorizar la transparencia, el país ha elevado el programa para atraer inversores que buscan asociaciones genuinas en la construcción nacional. Este cambio demuestra cómo una reforma reflexiva puede traducir grandes promesas en resultados mensurables que beneficien a la población en general, incluida la financiación de infraestructuras críticas y de iniciativas educativas.
Otro ejemplo convincente es el intento de Antigua y Barbuda de resucitar LIAT, una aerolínea regional fundamental para la conectividad del Caribe. Reconociendo el papel del puente aéreo para facilitar la integración regional y el desarrollo económico, los esfuerzos del gobierno apuntan a abordar las brechas de larga data en el transporte. Si se ejecuta con éxito, esta iniciativa podría fortalecer los vínculos entre naciones, impulsar el turismo y apoyar el comercio regional, reforzando el potencial del liderazgo colaborativo para cerrar las brechas entre promesas y resultados.
Comparemos estos éxitos con las promesas incumplidas en materia de vivienda. Muchas naciones han lanzado ambiciosas iniciativas de vivienda asequible, pero los retrasos burocráticos y la mala gestión a menudo dejan a los ciudadanos esperando durante años. Estos fracasos profundizan la frustración pública y enfatizan la brecha entre las promesas y los resultados. Los líderes deben comprender que la credibilidad se construye a través de una ejecución consistente, incluso en proyectos más pequeños que mejoran directamente la calidad de vida de los ciudadanos, como la reparación de carreteras o la ampliación de escuelas.
Los desafíos de la seguridad alimentaria resaltan aún más esta dinámica. Las naciones caribeñas dependen en gran medida de las importaciones, lo que las hace vulnerables a las interrupciones del suministro global. Los avances de Guyana en el desarrollo agrícola (suministro de productos frescos a los países de la CARICOM) ilustran los beneficios de un liderazgo visionario. Al cumplir sus promesas de autosuficiencia, Guyana no sólo está abordando la seguridad alimentaria nacional sino también fomentando la resiliencia regional.
Al mismo tiempo, Anguila ha aprovechado creativamente sus activos digitales monetizando su dominio .ai, asociado a la inteligencia artificial. Esta iniciativa innovadora no solo genera ingresos significativos sino que también posiciona a Anguila como una nación con visión de futuro que adopta las tendencias globales para asegurar la estabilidad económica. Estos ejemplos resaltan el poder del liderazgo innovador para alinear la visión estratégica con resultados mensurables.
En el turismo, los líderes tienen la oportunidad de innovar en respuesta a la evolución de las preferencias globales. Dominica, por ejemplo, utilizó la devastación del huracán María como catalizador para desarrollar un modelo de turismo más sostenible basado en la naturaleza. El gobierno cumplió sus promesas de reconstruir con resiliencia, creando un producto de ecoturismo que atrae visitantes de alto valor y al mismo tiempo preserva su patrimonio natural. Este tipo de liderazgo ejemplifica cómo las promesas basadas en la integridad pueden producir resultados transformadores.
Cerrar la brecha entre las promesas y los resultados también implica adoptar una perspectiva regional colaborativa. Imagine las posibilidades si las naciones caribeñas unieran esfuerzos para desarrollar soluciones de energía renovable o compartir recursos para crisis de salud pública. La experiencia energética regional de Trinidad y Tobago, el liderazgo de Barbados en financiamiento climático y el impulso de Antigua y Barbuda para un puente aéreo regional podrían convertirse en la base de una estrategia caribeña cohesiva que beneficie a todos.
En esencia, reducir la brecha entre promesa y resultado requiere no sólo sabiduría operativa sino también coherencia moral. Los líderes deben priorizar el progreso centrado en las personas, garantizando que las iniciativas en educación, atención médica y tecnología sirvan a los ciudadanos de manera equitativa y transparente. Esta alineación entre promesas y resultados genera confianza, atrae inversiones y empodera a los ciudadanos para que se conviertan en participantes activos en la construcción de una nación.
Lo que está en juego para los líderes caribeños es inmenso. Gobernar para ganar significa ir más allá de la retórica para lograr resultados mensurables que transformen vidas. Se trata de gobernar con previsión estratégica, claridad moral y compromiso con la prosperidad regional. Al hacerlo, los líderes no sólo cerrarán la brecha entre las promesas y los resultados, sino que también crearán un legado de confianza, unidad y progreso para las generaciones venideras.
NOTA DEL EDITOR: El Dr. Isaac Newton es un estratega de liderazgo, experto en gobernanza y pensador transformador reconocido mundialmente con más de tres décadas de experiencia asesorando a gobiernos, organizaciones y líderes en todo el Caribe, África y más allá. Asistió a la Universidad del Caribe Sur y se enorgullece de graduarse de la Universidad de Oakwood, Harvard, Princeton y Columbia. El Dr. Newton se especializa en fomentar el liderazgo centrado en las personas, la gobernanza impulsada por la integridad y la innovación estratégica para abordar desafíos nacionales y regionales complejos. Su experiencia abarca el desarrollo económico, las políticas públicas y la transformación organizacional, con un fuerte enfoque en cerrar la brecha entre las promesas políticas y los resultados viables. Como defensor del progreso sostenible y la coherencia moral en el liderazgo, el Dr. Newton ha desempeñado un papel decisivo en la configuración de iniciativas que priorizan la energía renovable, la reforma educativa y la colaboración regional. Su combinación única de conocimiento cultural y perspectiva global inspira a los líderes a gobernar con inteligencia estratégica, carácter y sabiduría operativa, capacitándolos para transformar sus naciones y la región para lograr un progreso duradero.




