El 'príncipe' se retorcía de dolor. Su agonía se alargó durante varios días hasta que finalmente falleció por una insuficiencia orgánica, una hemorragia interna o por lesiones cerebrales graves. Su esqueleto, horriblemente deformado, permaneció enterrado durante más de 27.000 años en la cueva de Arene Candide, en Liguria (norte de Italia), donde fue descubierto en 1942.
Hasta ahora, sin embargo, no se sabía exactamente cuál fue la causa de su muerte. Los arqueólogos lo encontraron junto a ricos adornos, cientos de conchas perforadas, herramientas de hueso y una hoja de sílex, indicando un tratamiento especial para este individuo y revelando prácticas funerarias sofisticadas en pleno Paleolítico Superior.
Una muerte atroz
Un equipo internacional de investigadores ha estudiado de nuevo los restos de este adolescente, que tenía unos 15 años cuando falleció. Sus conclusiones, según explican en un artículo publicado en la revista Revista de Ciencias Antropológicases que fue atacado por un gran depredador, probablemente un oso, que le destrozó la cara y el pecho.
La suya fue una muerte atroz. Sus lesiones incluían una clavícula rota y un enorme orificio en la mandíbula. El 'príncipe', denominado así por el rico ajuar funerario que le acompañaba, también sufrió varias fracturas en el cráneo, los dientes y el cuello, además de un peroné perforado.

La caverna de la Arene Candide, en Liguria
“El patrón traumático general observado en este individuo se asemeja a las lesiones que se suelen documentar en accidentes automovilísticos modernos, pero en el contexto prehistórico es más plausible atribuirlo a un ataque de un animal grande”, escriben los expertos.
El esqueleto del chico, sin embargo, no presenta el tipo de fracturas en brazos y piernas que se esperarían de una caída desde cierta altura, mientras que una violenta pelea con otra persona probablemente no le habría destruido gran parte del hueso de la mandíbula y el hombro.
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Dados todos los peligros a los que se enfrentaban los cazadores-recolectores prehistóricos, el ataque de un animal parece la causa más probable de las impactantes heridas, señalan los arqueólogos.
Basándose en la fauna que ocupaba el norte de Italia en aquella época, sugiere que las lesiones podrían haber sido causadas por un oso pardo (Ursus arctos), un oso cavernoso (Ursus spelaeus), un leopardo o un león cavernario. Y aunque no pueden determinar con certeza cuál de estos animales fue el culpable, señalan que el patrón de los daños parece más consistente con el ataque de oso que con el de un felino.

A la izquierda, la zona afectada por el trauma toracofacial, con la capa de conchas reconstruida y el bulto de ocre amarillo bajo la mandíbula. A la derecha, el cuerpo tal y como se encontró en 1942
Los huesos, sin embargo, muestran sorprendentes signos tempranos de curación, lo que indica que El Príncipe sobrevivió durante dos o tres días. Esto sugiere que su asaltante no logró cortar la vena yugular ni las arterias carótidas o subclavia, lo que le habría provocado una gran hemorragia y una muerte rápida.
La tumba de este adolescente fue datada hace entre 27.900 y 27.300 años atrás y se considera una de las más ornamentadas del período Gravetiense. Los especialistas consideran que, cuando los miembros de su comunidad encontraron el cuerpo del chico, la escena habría sido extremadamente perturbadora.

Un antiguo oso pardo o un oso cavernario probablemente fueron los autores del brutal ataque al adolescente
Por eso defienden que el excepcional ajuar funerario encontrado junto al cuerpo podría representar una “sanción ritual” de este episodio traumático. La hipótesis de los investigadores es que el joven no tenía un alto estatus social, si no que habría recibido un ostentoso entierro para intentar poner fin de alguna manera a la terrible experiencia.
Esta teoría, señalan los autores del estudio, se sustenta en el hecho de que todas las sepulturas más suntuosas del período Gravetiense incluyen personas con lesiones o desfiguraciones inusuales. “Este patrón sugiere que los funerales se realizaban por la necesidad de contener y sancionar ritualmente eventos y personas excepcionales”, concluye.




