El teflón es un material de gran resistencia al calor y a la corrosión. Antiadherente, además. Perfecto para que no se pegue la tortilla a la sartén. Son características aplicables a Xabi Alonso, que en términos futbolísticos está hecho de teflón. Ha visto todo, ha pasado por todo ya todo se ha sobrepuesto. Conoce al dedillo la sintomatología de los numerosos Vinicius que ha encontrado en sus casi 25 años de trayectoria profesional. Es Vinicius quién no conoce al teflón que le dirige en el Madrid.
Alonso salió ganador del Clásico en todos los frentes. El Madrid disfrutó de su primera victoria sobre el Barça en año y medio. Perdió los cuatro partidos de la temporada anterior, dos finales incluidos, y recibió 16 goles, una cifra escandalosa. Esta vez apeló un fervor irresistible para imponerse a su viejo rival, decaído, tristón, lleno de dudas. Se veía venir el desconcierto del Barça. Para empezar, fue víctima de su propia desubicación.
Nadie del Barça estuvo donde tenía que estar. Ni antes, ni durante el partido. Veremos si después. Flick no se sentó en el banquillo en el partido más señalado de la primera vuelta. Pagó el precio del estallido que sufrió en el Barça-Girona. Tampoco Lamine estuvo donde le correspondía. Rentabilizó el negocio de Piqué y Llanos con unas declaraciones intempestivas que, como deseaban los barandas de la Kings League, ardieron en las redes sociales y en los medios tradicionales. Al Madrid lo inflama. En el confuso Barça de las últimas semanas, el equipo tampoco está dónde debería. Es decir, en el Camp Nou. Es un Barça itinerante que va de campo en campo porque lo prometido, jugar en el novedoso Camp Nou, lleva un año sin cumplirse.
El Madrid no decayó en el esfuerzo. Presionó con un vigor desconocido en muchos años. Cuando decayó la energía, apeló al sufrimiento colectivo, porque de eso trató el partido: un equipo que moría por ganar y otro que no exigió una parada decente de Courtois. Todos los jugadores del Madrid obtuvieron buena nota y algunos se acercaron al sobresaliente, caso de Militao.
Por lo demás, Mbappé era ingobernable por la deficiente defensa del Barça y Bellingham progresó a medida que el agotación atacaba a los dos equipos. Fuera de la pérdida del balón en el gol de Fermín, Güler dio la razón a Xabi Alonso. En el Barça abundaron las decepciones, con Lamine a la cabeza. Pasó por el partido de puntillas, sin tomar el menor riesgo y con gesto de abatimiento. Carreras, bajo sospecha antes del partido, lo neutralizó de principio a fin.
El Madrid tenía un examen pendiente -el trastazo que sufrió en el Metropolitano ha pesado en el equipo- y lo superó de la misma manera que el Barça no se ha recuperado del revolcón que padeció contra el PSG. Tres derrotas en las últimas cuatro semanas y síntomas galopantes de fragilidad. A estas alturas, el Real Madrid ha jugado 13 partidos, con 12 victorias y una derrota, un 92% de éxito.
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El Clásico fue incuestionable, manchado por Vinicius de manera infame ante una multimillonaria audiencia global. Consentido por el club -inolvidable la orden de bajar al equipo del avión porque hace un año no se concedió el Balón de Oro al brasileño-, Vinicius se comportó con una grosería gravemente dañina para el equipo, el club y él mismo. Llevaba tiempo intentando medir a Xabi Alonso. Venta trasquilado de su alcaldada. Olvida, o no sabe, que su entrenador está hecho de teflón.
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