La vía Alóag Santo Domingo, uno de los ejes más estratégicos del Ecuador para conectar a Quito con la Costa y articular el flujo comercial entre regiones, requiere atención urgente.
Cada día circulan, en promedio, 10 000 vehículos y la cifra se dispara en feriados, poniendo a prueba una infraestructura que muestra signos de deterioro.
Una vía estratégica no puede depender de remiendos ocasionales: la Alóag–Santo Domingo exige mantenimiento permanente y planificación real para garantizar seguridad y desarrollo.
Baches, cuarteaduras, ondulaciones y tramos con señalización insuficiente se evidencian a lo largo de sus 100 kilómetros. En temporada seca, estos problemas ya representan un riesgo; con la llegada del invierno, se amplifica la posibilidad de siniestros y colapsos parciales en zonas donde el pavimento está debilitado.
El mal estado de la vía es visible desde los primeros kilómetros tras el pico de Alóag y se agrava en sectores como tandapi, donde el asfaltado prácticamente ha desaparecido sin que exista un plan de intervención. El paso por ese tramo de 1 kilómetro es tortuoso por el mal estado y ninguna autoridad se ha hecho cargo de la reparación.
Más adelante, a la altura del túnel del sector La Hesperie, en el tramo Alóag – Unión del Toachicon dirección hacia santo domingoel acceso está lleno de huecos; además, el tramo de ampliación a cuatro carriles no culmina.
Al ingresar a Santo Domingo de los Tsachilasla situación vuelve a repetirse: parches, hundimientos y superficies irregulares que afectan la seguridad y la movilidad, especialmente del transporte de carga pesada que abastece a industrias y mercados.
Esta es una carretera que sostiene la economía y el abastecimiento del país, pero su gestión aún no refleja esa realidad. La responsabilidad compartida entre las prefecturas de Pichincha y Santo Domingo de los Tsáchilas exige una coordinación efectiva y una visión de largo plazo.
La falta de un mantenimiento permanente y el lento avance de la ampliación a cuatro carriles contrastan con el pago constante de pesetas por parte de usuarios particulares, transportistas y operadores logísticos, que asumen costos diarios sin ver mejoras proporcionales.
La infraestructura vial es un activo estratégico. La Alóag–Santo Domingo no necesita intervenciones paliativas, sino un plan integral que priorice seguridad, mantenimiento continuo y ampliación.
Postergar decisiones solo encarece las soluciones y eleva el riesgo para millas de ciudadanos que dependen de esta ruta. Las autoridades provinciales tienen la responsabilidad de actuar con celeridad y coordinación. El país no puede permitirse que una vía fundamental se deteriore al punto de comprometer la movilidad, la seguridad y la economía nacional.




