La mente se muevepor Fredrik deBoer (Coffee House). Esta primera novela narra el desmoronamiento de una joven con distanciamiento etnográfico. Alice, una estudiante mediocre de una universidad estatal de Oklahoma, pasa de la confusión adolescente a la paranoia insomne. Su locura se filtra en lo cotidiano: el arreglo de un carrito de ducha se convierte en una prueba de conspiración, y el colapso coexiste con los trabajos finales, los encuentros sexuales y los viajes a TJ Maxx. Evitando el romance y el melodrama, deBoer escribe en un registro carente de afecto que refleja la disociación de Alice. El poder de la novela reside en su implacable banalidad: la mente se agita mientras la maquinaria de la vida sigue funcionando. Durante una recuperación vacilante, Alice desarrolla «intuiciones profundas» sobre sus medicamentos, que, sospecha, interactúan «como compañeros de cuarto de mal genio en el apartamento destartalado de su cerebro».
Elige un colorde Souvankham Thammavongsa (Pequeño, Marrón). «Todo el mundo es feo. Debería saberlo. Miro a la gente todo el día». Así comienza esta novela fríamente observadora, escrita por un destacado cuentista, narrada por la dueña de un salón de uñas. El propietario, un ex boxeador de cuarenta y un años, afirma no tener ningún interés en otras personas. Y, sin embargo, demuestra estar muy en sintonía con los deseos y ansiedades de sus clientes y con las vidas de sus empleadas, cuatro mujeres del sudeste asiático cuyas traviesas caracterizaciones incluyen cortes de pelo y etiquetas con nombres idénticos. Con humor negro y breves toques de ternura, el cuadro de Thammavongsa sobre la vida de la clase trabajadora arroja elementos comunes (un narrador dañado, una fuerza laboral compuesta enteramente por mujeres no blancas) con un brillo alienante.





